martes

Nadie quiere la verdad, nadie, absolutamente nadie, ni yo la quiero, y la uso tanto como la mentira, las dos son completamente necesarias, lo entendí, y ahora entiendo, porque esta caravana de palabras-huesos-sentimientos, o personas, como mas gustes.
Y la verdad es que el Lunes me sabe igual que el Viernes, y que el sol me jode tanto como la luna, y todo termina en que odio las despedidas. No se comprometerme, con nada, con nadie, pero aún así las odio, porque todo me sabe a despedida, todo últimamente se vuelve tan revelador que no lo puedo ver, porque ? porque nadie quiere la verdad, ya lo dije, y podría repetir la oración en este pizarra cibernetica como un Bart cualquiera.
Y soy yo, lo se, lo siento, me muevo a otros pasos, a otra dimensión, parece siempre igual lo que escribo, pero esta vez hay dolor, parece completamente repetitivo, pero esta vez me sedujo el sadismo de un ángel poco protector, que me habla, me susurra, se ríe por lo bajo y me afirma (aunque a el tampoco puede plasmar) que nadie sabe plasmar un amor, ni nadie sabe plasmar una verdad. Y así todo, sabiendome mas conocedor, también me armo de cosas que no puedo contestar sin temor, porque yo se que los puedo callar, y tirar teoría tras teoría al mar, y después ese séquito forjado con palabras y palabras y palabras, no me entiende, cuando digo que yo uso la mentira , porque no manejan la verdad. Y no entiendo nada de lo que acabo de poner, ni nadie tampoco se va a avivar, pero todo me sabe a despedida, y yo no los puedo olvidar.

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